El bosque se mostraba más feliz que nunca, las plantas se movían al compás de un suave viento, que no hacía más que acompañarles en una noche perfecta. Los Castaños junto a los Robles y a las Hayas, a los Acebos y a los Alisos, a los Abedules y los Chopos, se estiraban hasta el cielo agradecièndole a la luna el espectáculo de luz que les estaba regalando, mientras, los Tejos, los avellanos o el Capudre, más pequeños que sus hermanos, aprovechaban la sombra de sus copas para jugar con los Piornos, las Escobas o los Brezos.
Los árboles y los arbustos allí presentes, disfrutaban en armonía del espacio que la madre naturaleza les había entregado, y éstos, agradecidos por tan fabuloso regalo, compartìan su hábitat junto a los Corzos, Jabalíes, Gatos monteses, Jinetas, ciervos, Osos, Urogallos, Lobos y Zorros; además de un sinfín de pequeños roedores y de millones y millones de insectos.
Las aves, que en otra noche cualquiera permanecerían tranquilas y silenciosas a la espera de un nuevo día, no podían conciliar el sueño y se apuntaban a esa fiesta de luz, trinando, graznando o piando, como si quisieran acompañar con su música el fascinante espectáculo que la Luna les regalaba.
Las enormes Águilas acompañaban en su vuelo a los Halcones y Alimoches.
Los gorriones, las palomas, las lavanderas, los abejarucos, los chorlitos, las abubillas o los tordos, se mantenían acurrucados en sus nidos atentos a todo cuanto allí estaba ocurriendo. Los Búhos, las Lechuzas y los Cucos, no acechaban como cada noche a sus presas porque sabìan que una noche tan especial no se iba a repetir tal vez nunca.
Las Alondras y las Golondrinas volaban por encima del bosque acompañandas por unas Garzas y Cigüeñas, que dejaban atrás sus altas torres con el fin de disfrutar de tan maravillosa fiesta.
Los lagartos, las culebras, las salamandras y las pequeñas y juguetonas lagartijas, continuaban acomodadas en sus piedras pensando tal vez que tanta luz no podía ser desperdiciada por mucho que el Sol no estuviese ya en el alto cielo.
Y tanto los unos como los otros y dando lo mismo que fuese un reptil, un insecto, un mamífero, un ave, un árbol, un arbusto o una planta, todos sin excepciòn, entendieron que aquella noche iba a ser la noche mas mágica de sus vidas.
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